Eugenio Hernández traicionó a MORENA en Tamaulipas, de eso no hay ninguna duda.
La alianza con Maki en Reynosa, las candidaturas de ‘La Borrega’ y Oseguera (el que no fue), incluso su pacto con Arnulfo en la diputación por Victoria y la confabulación con el delegado que salió huyendo del estado, lo dejan más que claro.
Un motín de este tamaño no se planea ni se ejecuta de la noche a la mañana, y si algo tuvo Eugenio en prisión fueron años para pensarlo.
Pero el tiempo no acaricia. Eugenio quiere regresar a la política 14 años después de ser gobernador y haber pasado 6 de ellos en prisión.
Si ya no le quedan prestanombres, menos capital político. De ahí su estrategia obligada de usar ‘sangre nueva’ y no a los geñistas que se hicieron millonarios en su sexenio y que luego lo dejaron solo.
Geño sabe que como opositor nunca hubiera tenido la menor oportunidad de ganar una elección, por eso su disfraz de Verde. Recuerde que el PRI y Movimiento Ciudadano también lo cortejaron.
Después de hacerse con un partido y con la candidatura al Senado (negocio en el que se ha especializado el Partido Verde), lo segundo es conseguir los votos, y por eso volteó a la frontera, donde están los mayores padrones en Tamaulipas.
De ahí que buscara candidatos a modo, incluso adversarios de la Cuarta Transformación dispuestos a invertirle.
Pero ni con eso le alcanza a Geño. El ex gobernador prófugo de la justicia necesita colgarse del discurso oficial y de la imagen y popularidad de Claudia Sheinbaum, de Américo Villarreal y del propio AMLO para aspirar al triunfo.
Por eso a donde quiera que se para a hacer campaña, mencionar el ‘Plan C’ es discurso obligado. Pero se trata de su plan c, no el plan de AMLO ni el de Sheinbaum.
Eugenio creó un partido de oposición en Tamaulipas a imagen y semejanza. Su primer objetivo es blindarse jurídicamente, pues sabe que tiene cola que le pisen y su extradición puede ocurrir en cualquier momento.
Así que después de la protección política, lo que sigue es crear y aceitar la estructura de su partido en Tamaulipas, y para eso necesita de recursos públicos.
Para ello tendrá tres años, hasta la próxima elección local, donde su meta son las alcaldías primero y luego las diputaciones locales.
Todo esto con miras a la gubernatura en 2028, candidatura prometida para Maki o Muñoz Cano. Suena a broma de día de los inocentes, pero político que respira, aspira. Especialmente si tiene problemas de dinero.
Por supuesto que para que esto se le cumpla, Eugenio primero tiene que ganar esta elección, pronóstico que se ve cuesta arriba según las propias encuestas (Massive Caller, marzo), su fórmula con Maki todavía sigue en tercer lugar, superados por unos panistas que ni siquiera están haciendo campaña y a una distancia de 39 puntos de los candidatos de MORENA.
Por eso su insistencia de mantener el discurso de la simulación, como si nada hubiera pasado.
Es el estilo priista. Cuidar las formas para ocultar el fondo. La vieja política, dirían en otros lados.
Eso de venderse como aliado de la transformación y aliado del gobierno humanista fue la piel de oveja que le permitió a Geño comprar sus candidaturas y llegar a competir en esta elección.
Pero le ganó su soberbia, su avaricia, su hambre de poder.
No podía ser de otra forma. El se encargó de juntar a los lobos, ni modo que no aullara.
Pues eso.