Cuando el Doctor Américo Villarreal Anaya habla de su modelo de gobierno en Tamaulipas, lo sintetiza en una frase: el humanismo tamaulipeco.
Se trata de los principios que abanderó Andrés Manuel López Obrador en su carrera política y que lo resume muy bien su grito de batalla: por el bien de todos, primero los pobres.
Esto es la base de la Cuarta Transformación, son los cimientos en los que se ha construido MORENA.
El humanismo es una filosofía que enfatiza la dignidad colectiva y el potencial de los seres humanos.
Sostiene que las personas tienen una naturaleza compartida y que el progreso se logra a través de la cooperación, la educación, y el desarrollo cultural común.
El humanismo cree en valores universales y en la responsabilidad social, pues el bienestar individual está intrínsecamente ligado al bienestar colectivo.
Esto es lo que se está transformando en la vida pública de México y de Tamaulipas.
Hoy parece un lugar común, pero no siempre fue así de claro.
El anterior modelo de gobierno impulsado por el modelo neoliberal fue el individualismo, que prioriza la autonomía y los derechos del individuo por encima del colectivo.
Los individualistas argumentan que la sociedad progresa cuando cada persona maximiza su potencial individual, sin embargo, en México ese progreso cuando llegó solo benefició a unos cuantos.
Así que mientras el humanismo busca soluciones colectivas y enfatiza la solidaridad, el individualismo promueve la competencia y la responsabilidad unipersonal.
Para que el humanismo funcione tiene que haber confianza, confianza en la capacidad colectiva para resolver problemas.
Confianza en la bondad del ser humano. Y confianza en que el conocimiento compartido nos beneficia a todos.
Para tener confianza se necesita humildad, porque la humildad permite reconocer que necesitamos a otros. Algunas veces se nos olvida muy fácil que el hombre es un ser social por naturaleza, incapaz de vivir solo o aislado.
La humildad nos ayuda a aceptar que no tenemos todas las respuestas, por eso facilita el aprendizaje colectivo.
La humildad permite reconocer nuestras limitaciones y la necesidad de cooperación.
La humildad nos hace más receptivos a diferentes perspectivas y experiencias.
Por el contrario, el individualismo es desconfianza.
Se ve al otro como potencial competidor o amenaza. Se considera que la cooperación puede comprometer el éxito individual. Se cree que cada uno debe velar por sus propios intereses.
La humildad es el fundamento que permite la confianza, y la confianza es esencial para el humanismo.
Sin humildad, tendemos al individualismo y la desconfianza, creando un círculo vicioso de aislamiento y competencia.
La paradoja interesante es que la verdadera fortaleza individual puede surgir precisamente de la humildad y la confianza en los demás, no de la desconfianza y el aislamiento que promueve el individualismo extremo.
Esto es lo que está en el fondo de la Cuarta Transformación social, cultural y política en México.
Los derechos de todos, el bienestar de todos, ha pasado a ser la principal preocupación. Y ante eso el resto de las fuerzas políticas no tiene respuesta, por eso están desaparecidas.
Por supuesto que los resultados no son inmediatos, pero sus efectos sí.
Hoy se pueden debatir las formas, a unos les pueden gustar más o les pueden gustar menos, pero lo que no se discute es el objetivo de este humanismo transformador que empezó con una sola frase: por el bien de todos, primero los pobres.
Pues eso.
Es bueno saberlo: 1) Celebrar la Navidad no se trata solo de regalos y mesas abundantes. Es la oportunidad de creer en la bondad, en el poder de una sonrisa sincera y la fuerza transformadora de un abrazo.
Que esta navidad el amor, la esperanza y la compasión inunden tu hogar, y que la felicidad llene tu vida y la de tus seres queridos. Feliz Navidad.