Donald Trump quiso cambiar Puerto Rico por Groenlandia
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiso vender Puerto Rico o cambiarlo por Groenlandia porque le parecía que este territorio estadounidense en el Caribe era "sucio y pobre", reveló este miércoles un exfuncionario estadounidense.
Miles Taylor, que ejerció como jefe de gabinete en el Departamento de Seguridad Interior (DHS) afirmó que Trump expresó esta opinión en un momento en que el gobierno asistió a Puerto Rico con dos operaciones de salvamento, tras dos huracanes devastadores que arrasaron la isla en 2017.
"Él dijo que quería ver si podía vender Puerto Rico, si podía cambiarlo por Groenlandia, ya que según sus palabras, Puerto Rico era sucio y la gente era pobre", indicó Taylor a la cadena MSNBC.
El funcionario expresó su reprobación por estos comentarios, hechos en un momento en que sus habitantes pasaban por una situación extrema.
"Se trata de estadounidenses. Uno no habla de esta forma de otros estadounidenses y el hecho de que el presidente quisiera tomar un territorio estadounidense y cambiarlo por un país extranjero es descarado", indicó.
Trump fue muy criticado por su gestión del huracán María que dejó casi 3 mil muertos y destruyó la ya inestable red eléctrica de la isla en 2017.
"El presidente expresó una profunda animadversión hacia el pueblo de Puerto Rico detrás de las cámaras", indicó Taylor, que dejó su cargo en 2019 y que ahora apoya la candidatura del demócrata Joe Biden.
"Como su presidente, él debería haber estado apoyándolos, no intentar venderlos a un país extranjero", indicó afirmando que los comentario no fueron hechos en tono de broma.
El martes, Trump calificó a Taylor en Twitter como un "antiguo empleado descontento".
En agosto de 2019 Trump causó un revuelo al señalar su interés por comprar Groenlandia. Cuando se le preguntó si consideraría intercambiar un territorio estadounidense por esa enorme región autónoma danesa en el Ártico, el mandatario respondió que "se podría hacer muchas cosas".
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, calificó entonces de "absurda" la propuesta.