Regale solidaridad
Cualquier cosa sobre la que escribamos hoy sonará a frivolidad frente al drama que viven la Ciudad de México, y los estados de Morelos, Puebla y Estado de México, tras el terrible sismo de este 19 de septiembre.
Cuando uno escribe lo hace pensando en el interés ciudadano. El propósito de todo periodista debe ser alcanzar la atención del mayor número de lectores. Pero, bajo las circunstancias actuales, no creo que exista algo que pueda interesarle más a los mexicanos que la solidaridad con quienes fueron alcanzados por la tragedia.
Es así porque nada es más importante que la vida. Nada interesa cuando vemos imágenes de la desgracia que viven miles o millones de compatriotas en las zonas devastadas por el embate de la naturaleza, que apenas unos días antes se había hecho presente en Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
Bajo esa circunstancia, queda claro que lo mejor que podemos hacer, cada quien en el alcance de sus posibilidades, es ayudar. ¿Cómo? Aportando lo poquito o mucho que podamos a través de los centros de acopio que se han abierto para ese propósito.
Lleve lo que esté en sus manos. A veces es frecuente que, cuando nos hacen ese llamado de ayuda nos entre la desconfianza, o pensamientos como “de qué les puede servir un paquete de botellas de agua o unas sábanas”. Créame que sí sirve, y de mucho.
Ahora que, si quiere asegurarse de que su donación tenga mejor uso, asómese a los noticieros. Ahí exponen con frecuencia lo que más se requiere en la zona de desastre. Hágalo, pero no deje de ayudar.
Frente a cualquier desgracia, lo que más se agradece es la solidaridad, la ayuda, sin importar de dónde venga o quien la mande.
Sólo colóquese en el lugar de quienes fueron golpeados por el sismo, ya porque perdieron a un ser querido o porque se quedaron literalmente en la calle. ¿Qué necesitaría usted si estuviera en esa situación? Ahí está la respuesta sobre lo que podría o debería de donar.
Insisto: lo mejor que podemos hacer para ayudar a nuestros hermanos en desgracia es ser solidarios. Seámoslo entonces enviando algo. Cualquier cosa será de gran ayuda para alguien. De eso puede estar seguro.
Por lo demás, aquí en lo doméstico, indudablemente que el momento es propicio para hacer nuestro, aquello de “hay que aprender de la tragedia”.
Recientemente le decía aquí mismo de la importancia de fortalecer la prevención social en materia de desastres naturales.
Es el momento de que los Gobiernos, tanto estatal como municipales, fijen como prioridad en sus agendas la implementación de programas de educación u orientación social para establecer protocolos que nos digan cómo actuar en caso de un sismo, un huracán o cualquier otro eventual desastre natural.
Es verdad, nunca hemos padecido en Tamaulipas un sismo como los que estamos viendo en estos días en otras zonas del país, pero queda claro que la naturaleza es impredecible y que el riesgo no debe descartarse por más y que los expertos nos ubiquen como una zona de bajo peligro.
Siempre será mejor que estemos educados al respecto, aunque nunca tengamos necesidad de aplicar ese conocimiento.
ASÍ ANDAN LAS COSAS
roger_rogelio@hotmail.com