Pagan carrera de Medicina a hijo con venta de mariscos
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- “Nosotros empezamos con una sombrilla en la mano; y el baño de filete en la otra. Nos turnábamos la gorra para cubrirnos el sol y de eso ya hace ocho años”.
José Alfredo García Zúñiga y su esposa Feliciana Santana son vendedores de mariscos frescos, y preparados en un pequeño negocio ambulante a un costado del parque sintético de la Colonia Satélite.
Los días viernes, sábado y domingo se dedican a la venta desde muy temprano y hasta el atardecer, donde la venta de filete empanizado, las jaibas y el cóctel de camarón deleitan el paladar de los asistentes a los partidos de fútbol y los habitantes del sector.
Detrás de la historia de éxito de José Alfredo y su esposa hay un episodio de pobreza y dolor, un desierto que debieron atravesar antes de vencer.
“A los ocho años vendía pescado por las calles, mi padre nos abandonó cuando yo tenía un año de edad. Éramos siete hermanos con un padrastro, supe lo que era andar descalzo, quitar la tierra de la comida que me encontraba tirada para comerla”.
Aunque su padre biológico, que aún vive, era vendedor de pescado por el rumbo de la colonia Unidad Modelo, nunca quiso enseñarle a José Alfredo la preparación de mariscos.
“Pero después lo aprendí yo solo. Solamente había hecho hasta el quinto año de primaria, pero no quería quedarme así, entonces entré al INEA e hice primaria y secundaria. Mi sueño de superación en ese tiempo era ser soldado, así que me fui, fui instructor militar y después celador”, comenta.
Al quedar jubilado, José Alfredo quería lograr el éxito en el negocio y darle a sus hijos una vida mejor.
“Y aquí estamos, vendemos huachinango, camarones, ostiones, jaibas... yo mismo salgo a pescar cuatro días de la semana, otros productos me los traen de Soto La Marina y Carboneras”, explica.
PAGA LA CARRERA DE MEDICINA DE SU HIJO CON ESTA ACTIVIDAD
Del puesto tiene que salir para todos los gastos, incluso para pagar la carrera de medicina de uno de sus hijos en la Universidad La Salle Victoria.
El trato amable que da a sus clientes y a los más necesitados es uno de los secretos de su éxito.
“Al cliente hay que ganárselo, aquí todo se hace al aire libre, a la vista del cliente. No hay cucharachas ni ratas, todo está limpio y fresco. Me gusta compartir con el que no tiene, porque si yo veo a un adulto mayor y veo que no tiene dinero, o veo a un niño con hambre, lo siento y le invito el filete”, asegura.
Ubicado sobre la Avenida Las Torres, en la Satélite, el puesto de pescado de José Alfredo y su esposa Feliciana, es un ejemplo de que todo es posible.