“¡Levántate papito, levántate mi niño!”
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Rocío de Jesús Reyes Salas abraza y besa el ataúd gris donde está el cuerpo de su hijo Jahir.
No cree lo que ven sus ojos. Le habla como si el joven de 16 años la escuchara.
-Levántate papito, levántate mi niño-, le dice, mientras las lágrimas corren por sus mejillas.
Su dolor es inmenso, está a punto de no volver a ver al que consideraba el primer amor de su vida.
-Este dolor es muy grande, no voy a poder, esto es muy fuerte, no lo voy a superar nunca, siempre serás el primer amor de mi vida- le decía a Jahir, sin dejar de mirarlo desde el vidrio del frío ataúd.
Aquí, en el panteón De La Cruz, los recuerdos de la corta vida de Jahir estuvieron más presentes que nunca en la memoria de su afligida madre.
-Siempre fuiste un niño muy bueno, nunca diste problemas de ningún tipo: te la pasabas estudiando porque querías ser alguien en la vida-
Mientras Rocío de Jesús tenía la última plática con su hijo fallecido, los músicos comenzaron a cantar.
/Te vas ángel mío/ ya vas a partir/dejando mi alma herida/ y un corazón a sufrir/
A pesar de los fuertes rayos del sol, el sepelio fue en pleno mediodía, ahí estuvieron presentes sus amigos y compañeros de la Preparatoria Federalizada Número Uno.
La mayoría llegaron vestidos con sus uniformes; en el caso de los varones, con pantalón gris y camisa blanca, el mismo atuendo que en vida vistió Jahir.
Los estudiantes llegaron con ramos de flores y también con una enorme tristeza, porque nunca más verán a Jahir en el salón de clases.
Los Bikers, eran más de 60, acompañaron a la carroza desde que salió de los funerales hasta el panteón.
Los conductores de motocicletas entraron hasta donde Jahir sería sepultado, en la tumba donde ya descansan su abuelo y su tío.
-Te vas con tu abuelo y con tu tío que quisiste tanto hijo- decía su inconsolable madre.
El joven Jahir perdió la vida a causa de un accidente registrado en el fraccionamiento Las Flores, el pasado martes.