La desgarradora historia de Benita

Oriunda de Llera, sufrió maltrato, le quitaron a sus hijos pero al final venció todos los problemas. Su ex marido fue Presidente Municipal, "nada se podía hacer contra el poder", relata  
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La historia de Benita Soto Juárez, vendedora de busguerías y ropa de segunda mano en el Paseo Méndez, es la historia de una mujer que con trabajo y fe sabe vencer los problemas de la vida.



El rostro de Benita parece un escultura de acero, es una hermosa mujer antigua de esas que ya no hay muchas.



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"Nací en 1939 en un rancho de Llera, pero la vida me trajo a Victoria, donde he triunfado porque tengo mi casa hecha con mi propio esfuerzo, enterré a mi madre y a dos tios, tengo 5 hijos que me aman después que los perdí cuando eran niños".



Estar viva es un éxito para Benita que esculca entre sus recuerdos, mientras sus ojos se humedecen al retroceder en el tiempo.



"Ahora se quejan de la violencia hacia la mujer, pero antes también había, el hombre siempre se ha sentido poderoso y más si tiene dinero".



ANTES SE ROBABAN A LAS MUJERES



Los matrimonios en los tiempos de Benita eran forzados, los hombres que tenían riqueza podían robar a la muchacha que les gustara y después iban al Registro Civil a casarse, más si la mujer era del pueblo o clase baja.



"La vida es así, apenas tenía mis 14 años cuando fui de paseo al Chorrito, el padre de mis hijos también fue ese día, éramos del mismo pueblo de Llera, pero él rico y yo pobre... sin más me robó con ayuda de un amigo para dominar mi fuerza, eran dos contra una niña huérfana de Padre, lo más pobre que había".



La vida marital transcurrió sin que Benita se enamorara -cómo habría de enamorarse alguien de su verdugo-. Vinieron los cinco hijos que recibió con todo el amor de su corazón, a pesar de las vejaciones.



"Pero él era un hombre de la política, muy influyente y un día me abandonó y no sólo eso, antes de irse me dio una golpiza de aquellas, y además se llevó a todos mis hijos, les cambió apellidos, y se casó con una mujer de mi familia que era su amiguita en turno.



Benita piensa que nunca pudo encajar en el mundo de ricos de su marido, que después fue alcalde de su pueblo, mientras Benita luchaba a brazo partido en Victoria para un día ver a sus hijos.



DIOS NOS PREPARA PARA LOS PROBLEMAS



Cuando los hijos de Benita crecieron la buscaron y le pidieron les diera sus dos apellidos, nada permanece ajeno a los ojos de Dios, asegura la mujer.



"Ellos me quieren todos, tengo a una viviendo al lado de mi casa, y yo le di el terreno, trabajé mucho en las campañas políticas con el partido y si yo hubiese sido alcaldesa no sé qué hubiera hecho contra los hombres que golpean a las mujeres, porque yo fui muy tremenda, solo con el papá de mis hijos no pude, porque el poder siempre gana".



Ahora trabaja como pasatiempo y para no ser una carga para sus hijos, le gusta pagar sus recibos de luz y agua, también ayudar al prójimo y a la obra de Dios en la iglesia.



"Lo que me dan de apoyo por mi edad, lo invierto en ropa y cosas para vender, solo que no puedo cargar mucho, no puedo cargar sombrilla para el sol, por eso estoy bajo este árbol".



Benita recoge la basura y barre su espacio manteniendo limpio el lugar, cuando no tiene trabajo ayuda a regar las plantas a los jardineros, no le gusta estar sin hacer nada.



"A la soledad yo la venzo con el trabajo, cuando entran los malos pensamientos hay que ponerse a hacer algo, hay tantas mujeres jóvenes que lloran por qué las abandonan los maridos, yo viví todo eso, y lo que me ayudó fue la fe en Dios y saber que un día iba a ver a mis hijos".