Historias Cotidianas: Rosalba y su hija siempre juntas vendiendo avena para salir adelante
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Rosalba Zapata ha sido durante años las manos, los ojos y los pies de su niña con discapacidad. La joven nació con inmadurez cerebral.
Esta invencible y amorosa señora vende avena y pan de dulce debajo de un árbol, afuera de la torre gubernamental, sobre el bulevar Praxedis Balboa.
Con mucha pulcritud y desde hace 10 años, vende este delicioso atole en una bicicleta que ella misma pedalea.
Haciéndole compañía está Zameride, su hija con discapacidad de 23 años de edad.
Mientras atiende a sus clientes, la mayoría maestros que laboran en ese edificio, Rosalba nos comparte que tras el fallecimiento de su esposo decidió abandonar las labores del hogar y ponerse a trabajar vendiendo avena.
“Yo nunca había trabajado porque mi esposo siempre fue muy responsable, él trabajaba en gobierno. Cuando él fallece a causa de un derrame todo cambia, fue entonces que me salí a trabajar”, dice.
Desde entonces esta aguerrida mujer ha sido madre y padre de sus cuatro hijos, tres mujeres y un hombre.
“Mi hija mayor tiene 35 años, ella y mi hijo ya trabajan, todos viven conmigo, ninguno se ha casado”, expresa la simpática Rosalba.
Cuando comenzó a vender, comenta, se transportaba con sus 15 litros de avena en el microbús; ahora lo hace pedaleando su bicicleta desde la colonia Tamaulipas.
“Yo me vengo pedaleando mi bicicleta, está un poco pesada porque cargo como 15 litros de avena y unas 20 piezas de pan de dulce”, dice la mujer de más de 60 años de edad.
Ella está aquí, como lo ha hecho desde hace una década, llueva, truene o relampagué, de 6 a 9 de la mañana.
En ocasiones, como fue el caso de este viernes, la acompañó Zameride, su hija con discapacidad.
“Zameride estudia la preparatoria en una escuela de educación especial pero hoy no tuvo clases”, dice Rosalba, mientras la joven permanece todo el tiempo callada.
Con mucho orgullo Rosalba nos comparte que, pese a su problema de inmadurez cerebral ahora su hija es más independiente; ella sola se traslada en el transporte público a su escuela.
“Desde muy chica la he traído en escuelas de educación especial y gracias a Dios hoy en día ella es mas independiente, a veces, cuando necesito un Didi ella me lo pide”.
Dios bendiga a todas las madres como Rosalba que siempre están al pie del cañón con sus hijos, que como Rosalba nunca pierden la esperanza que aun con sus discapacidades algún día pueden lograr que sean independientes.