Descansa en paz “Reynaldo”, ícono de la radio

Ídolo de la radio, se ha cerrado un ciclo detrás del micrófono.

 

Reynaldo-Radio

Ciudad Victoria, Tamaulipas.- El Maestro del micrófono e icono de la radio, José Alfredo Gutiérrez García, mejor conocido como “ Reynaldo”, ya descansa en paz.

El locutor, maestro de ceremonias, animador,  creador de  Reynaldo y 18 personajes más, falleció el jueves por la noche víctima del cáncer.

Sus restos fueron velados ayer de 4 a 7 de la tarde en la Funeraria San José donde familiares, amigos y admiradores se dieron cita para despedirle.

Periódico 5inco realizó una transmisión en vivo desde el velatorio en una especie de homenaje y reconocimiento a uno de los personajes más queridos de los victorenses.

Con respeto a los momentos de dolor de sus  familiares, el Periodista Nazario Castro hizo un recuento de la vida profesional del locutor quien  hizo reír, enamorar y llorar a niños y adultos que le seguían tarde a tarde en “La Cotorra”.

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El cuerpo del locutor sería sepultado hoy sábado a las 8 de la mañana en el panteón de la Cruz, ubicado al oriente de la Ciudad.

Días antes, en entrevista con Periódico 5inco, José Alfredo pedía apoyo de la comunidad para tratarse el cáncer con médicos particulares.

Con voz apenas audible el locutor de 59 años dijo que su más ferviente deseo era hasta hace poco tiempo hacer reír a su público con sus personajes.

Rodeado de sus familiares y desde el domicilio en la Colonia Mainero, José Alfredo dijo que su personaje preferido era el de Reynaldo.

“Con este cáncer de tiroides ya no puedo”, dijo entonces al Reportero Nazario Castro quien cuestionó si aún podía hacer la voz del famoso personaje.

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La familia se dio cuenta que la salud de José Alfredo no andaba bien hace 4 meses, “empezó a bajar de peso y a perder el apetito”, dijo una de sus familiares.

Desafortunadamente el cáncer, enemigo silencioso,  no le dio tregua al locutor y la voz de Reynaldo se apagó para siempre este jueves.

Descansa en la Presencia de Dios, Maestro José Alfredo Gutiérrez García ... ¡Ya no hay dolor!