‘Chencho’, 45 años como mecánico
A pesar de que la poliomielitis lo dejó discapacitado, el maestro ‘Chencho’ lleva 45 años dedicándose a la mecánica.
Inocencio Jalomo Guevara nunca ha podido caminar, porque cuando apenas tenía dos añitos le dio la poliomielitis.
La enfermedad no solo le impidió sus sueños de ser futbolista, sino también ir a la escuela.
“Antes era muy diferente, a los discapacitados no nos aceptaban en la escuela, yo intenté ir a la primaria Juan B. Tijerina pero como no podía marchar, ni hacer educación física me pidieron que ya no fuera”, platica desde su taller.
Fueron sus hermanos (tuvo nueve, siete hombres y dos mujeres), quienes enseñaron a ‘Chencho’ a leer y a escribir.
Su papá, de oficio chofer de los camiones rojos que antes prestaban el servicio de transporte de la ruta Tamatán, le enseñó el oficio de la mecánica.
“Mi papá siempre me trajo en el camión, él lo reparaba cuando se descomponía y así fui aprendiendo, con los años me fui enseñando más”.
El maestro ‘Chencho’ se olvidaba de su discapacidad cuando se trataba de arreglar carros; llegó a reparar hasta 6 microbuses en solo una semana.
“Yo agarré puro carro grande, puro trabajo pesado; reparaba máquinas, transmisiones, diferenciales, rótulas”.
Las peseras y los micros de rutas como la México, Satélite, Simón Torres, San Marcos, Moderna y muchas otras visitaron el taller que el maestro ‘Chencho’ tiene en la colonia Vicente Guerrero.
Así, en sus muletas, no solo reparó cientos de ‘muebles’, como él les llama, sino que enseñó a muchos jóvenes, incluidos algunos de sus sobrinos, el oficio de la mecánica.
Lamentablemente cuando cumplió los 70 años, actualmente tiene 75, dejó de reparar micros.
Ahora no solo una de sus piernas no le responde, sino que también se lastimó por tantas caídas que ha tenido.
“La mecánica me sigue apasionando igual que desde el primer día, lo malo es que ya no puedo trabajar, vivo de la pensión que nos da el presidente”.
Son los vecinos de la colonia quienes le llevan el ‘taco’ a don ‘Chencho’, también sus hermanos y sobrinos de vez en cuando lo apoyan con algo de dinero.
Su carro, en el que se trasladaba, lleva meses parado, pues no tiene dinero para repararlo.
“La mecánica es muy buen negocio, siempre y cuando seas bueno y responsable; mi error fue que tiré mucho dinero en el alcohol, me gustaba mucho tomar, gracias a Dios yo solo, sin tener que ir a un grupo o a una iglesia dejé de hacerlo”, dice.
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